DOMINGO XXVII - A
Jesús, en tu palabra de hoy,
hablas de tu viña querida,
de tu pueblo de Israel
y, por qué no, también de mí misma.
Quieres recoger el fruto
y a buscarlo caminan;
mas la muerte encuentra
el enviado a la viña.
Esta historia de ayer,
la tuya, Jesús-y-Mesías,
me anima a preguntarme hoy:
¿mi vivir es un vivir estéril
o da frutos de amor, perdón y alegría?,
A tu lado estoy.
¿Quieres más?
Eres mi viña querida.
(R.M.)

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