Ante las puertas, estamos
de una Semana Mayor:
actualizamos tu muerte
y el paso a una vida mejor.
Se me estremecen los huesos;
¿acaso por tu dolor?
Todo es muy grande y desborda,
con mucho, mi comprensión.
Pareces abandonado,
mas tus palabras finales
son de pura oblación:
"Mi vida pongo en tus manos";
"Padre, perdónalos".
Yo estoy aquí, a tu lado,
como Dimas, el buen ladrón,
herido por mi pecado,
pero contigo siempre, Señor:
ese es mi cielo en la tierra
haya alegría o dolor...;
a los pies de tu cruz, caído,
o ante el sepulcro vacío;
no importa.
Lo que quiero es estar a tu lado,
siempre contigo, Señor.
(R.M.)

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