Como busca la cierva algún torrente
así mi alma te busca a ti, Dios mío.
Ya no tengo ni llanto. Soy un río
que se seca sin ti constantemente.
Solo bebo mi sed, ¡mi sed ferviente!
de acercarme a tu oculto regadío
y dejar este largo escalofrío
de encontrarme en tu orilla como ausente.
Por mi alma aletea la frescura
de ese arroyo de amor que se apresura
a saltar por mi cauce estremecido.
¡Agua tuya, mi Dios! Ven a mi encuentro
con la fuente en que ocultas tu latido,
afuera busco agua y ¡está dentro!.
(J.L.A.)

Escribir comentario