Píldora bíblica · 22 junio 2020
En la píldora anterior empezamos a conocer a Dios en toda su magnitud.
A pesar de su excelencia e inmensidad, nuestro Padre celestial no es un Dios lejano.
(Salmo 8:4,5)
“Al ver tu cielo, hechura de tus dedos, la luna y las estrellas que pusiste, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él, el hijo de Adán para que de él te cuides?”