Para encontrarnos con nosotros mismos y con Dios en nuestro interior, el amigo indispensable es la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es viva y eficaz y tiene tal poder que es capaz de “Derretir nuestro corazón por amor y partirlo en dos de alegría”.
Dios sale a nuestro encuentro, quiere manifestarse, decirnos cómo es, descubrirnos sus deseos, ilusiones, sueños. Y el hombre, a lo largo de la historia, va torpemente, con avances y retrocesos, conociéndole a Él.