Hace unos días me he encontrado con un librito de poesías de una de nuestras hermanas, sor María Inés. Es una de las más mayores de la Comunidad y lleva casi sesenta años de vida monástica. Es una mujer muy trabajadora y muy rezadora, casi siempre la vemos orando en la capilla o paseando por el monasterio con su rosario.
Me gustaría compartir con Ustedes algunos de sus versos. Hoy les ofrezco el poema titulado "Entrega" junto con unas líneas que escribió sor María Inés para introducir su librito.
Recojo en estos sencillos versos algunos retazos de mi vida monacal.
En un monasterio se ora, se trabaja y se celebran fiestas familiares. Pero esto no se realiza de una manera aislada. El monasterio es una fraternidad y cada miembro aporta su granito de arena para que la alegría cristiana sea la nota distintiva de los que se han comprometido a caminar juntos en este peregrinaje que conduce a la vida eterna.
Entrega
Hoy he soñado despierta.
Y ¿qué he soñado, Señor?
¡Ah, si explicar yo pudiera
Cómo una flecha certera
De amor me hirió el corazón!
¿Qué mano que no veía
Tensó con tal suerte el arco
Que, creyéndome dormida
Cambió el rumbo de mi vida
De lo bajo a lo más alto?
¿Qué suave brisa del viento
Viéndome yo en tempestad
Tal sopló que en un momento
Mi pesar trocó en contento,
Trayendo a mi alma la paz?
Noche oscura, ya la luna
Alumbró tu faz morena.
Tú has brillado cual ninguna
Y de estrellas, una a una,
Cubres mi frente serena.
Sueño feliz: yo quisiera
Soñar y siempre soñar
Pesadillas verdaderas
De celestiales quimeras
Y ya nunca despertar.
Cazador me has herido:
No penes por mi dolor
Que es dulce sufrir contigo;
No hay corazón dolorido
Cuando tú hieres, Señor.
Esta presa que has cazado
-Presa soy, sí, de tu amor-
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