Los monjes deberíamos vivir en una conversión diaria, en una especie de cuaresma permanente. San Benito en su Regla nos propone cómo vivir la Cuaresma: ofrecer voluntariamente alguna cosa al Señor "con gozo del Espíritu Santo". Sin embargo, todo esfuerzo ascético sin referencia a la persona de Cristo acabaría decepcionándonos, pues la cruz no es un valor en sí misma, sino que lo es porque Cristo subió a ella...